Trujillo


Trujillo sueña con los suyos. Los que están ausentes en el día a día, perviviendo sólo en el lugar del recuerdo en el que se alberga la gloria de tiempos pasados, y la conquista a precio de sangre, sufrimiento y extenuación.  Los que hacen lo que deben, los que no se resisten sólo al tránsito por tierras extremas y duras, arriesgando parte del alma para ganar vida. 


La magia de los momentos no muere por el paso de los siglos. Todo un tiempo se detiene para recordar a sus héroes, hombres malditos en otras tierras, con la magia de saber que siendo hombre también se puede morir inmortal. 


Hoy he aprendido todo paseando por las vacías  calles de Trujillo. Esa esencia desconocida que nace con la sensación de lo complicadamente fácil que puede ser alcanzar la inmortalidad. Tallas en iglesias, bloques perfectos de cantería, nobleza esculpida sobre los dinteles...y el sello definitivo de acunar héroes destinados a conquistar otros mundos, pero no más allá de ultramar, sino en la corta distancia que separa nuestro corazón de la razón. Se puede ser inmortal. He visto el mundo conquistado a través de calles compartidas por siglos de gritos y silencios. 


No quiero despertar. Quiero seguir paseando dormido por este lugar que no envejece y que no es más que yo mismo en mi sueño eterno, hacia la conquista de lo imposible,


... Aquí en la vieja recién nacida ciudad de Trujillo.

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